lunes, 9 de septiembre de 2013

Del libro a la pantalla

Del libro a la pantalla
Desde principios del siglo XX se ha estado adaptando la literatura a la cinematografía.
Juan Rulfo, un escritor jalicinense que inició la literatura llamada Realismo Mágico. Pedro Páramo es la obra con la que inicia esta revolucionaria escritura que en 1967 la adapta al cine el escritor Carlos Fuentes. Otro escritor mexicano de gran relevancia en la literatura de onda junto con Carlos Monsivais y otros muy reconocidos escritores.
Sinopsis
Años cuarenta del siglo pasado. Alentado por su madre en el lecho de su muerte, Juan Preciado viaja cargado de ilusiones en busca de su padre, a quien no conoce. Pero al llegar a Comala, el lugar donde le dijeron que vivía, sólo encuentra recuerdos... Los recuerdos de todo un pueblo en torno a ese hombre, Pedro Páramo: de cómo se convirtió en el patrón de la hacienda más importante de la región; de cómo mató, extorsionó o utilizó a todos sin escrúpulos; de cómo se enfrentó a la revolución; de cómo, por culpa de su frustrado amor por Susana San Juan, terminó por pudrirse en vida... y Comala entera con él. Tanto es así que Juan empieza a sospechar, a su llegada, que todos los que habitan ese lugar no son otra cosa que almas en pena...
“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”
Existen cuatro versiones de la película: una en 1967 adaptada por Carlos Fuentes y dirigida por Carlos Velo nominada a la Palma de Oro. Otra en 1978 dirigida por José Bolaños, teniendo a Fernando Soler en el personaje del Licenciado Gerardo Trujillo. La siguiente fue en 1981 dirigida por Salvador Sánchez. Y la última adaptación que sigue en desarrollo el proyecto para el 2010 y la información de los directores, productores y actores está aún indefinida. Esperaremos a verla.

Pedro Páramo.

Textos científicos

Textos científicos
Son los que se producen en el contexto de la comunidad científica, con la intención de presentar o demostrar los avances producidos por la investigación. También son textos científicos, aunque de transmisión oral, la Conferencia, la Ponencia o la Comunicación (tipo de texto). Géneros típicos de este tipo son la Tesis doctoral, la Memoria de Licenciatura, el Artículo científico o la geografía científica.

Son aquellos en donde se emplea lenguaje científico. Siendo el lenguaje científico todo mecanismo utilizado para la comunicación, cuyo universo se sitúa en cualquier ámbito de la ciencia, ya se produzca esta comunicación exclusivamente entre especialistas, o entre ellos y el público en general, en cualquier situación comunicativa y canal en la que se establezca.

Pragmática

Pragmática
La pragmática o pragmalingüística es un subcampo de la lingüística, también estudiado por la filosofía del lenguaje, la filosofía de la comunicación y la psicolingüística o psicología del lenguaje, que se interesa por el modo en que el contexto influye en la interpretación del significado. El contexto debe entenderse como situación, ya que puede incluir cualquier aspecto extralingüístico: situación comunicativa, conocimiento compartido por los hablantes, relaciones interpersonales, etc. La pragmática toma en consideración los factores extralingüísticos que condicionan el uso del lenguaje, esto es, todos aquellos factores a los que no se hace referencia en un estudio puramente formal.
Las oraciones en sí mismas comportan un contenido semántico, pero su significado e interpretación adecuados no dependen sólo de ese contenido sino que requieren un contexto lingüístico definido para ser interpretadas. Es un hecho elemental bien conocido que una misma oración puede tener intenciones o interpretaciones diferentes en diferentes contextos (puede ser literal, irónica o metafórica). De hecho, en pragmática se distingue entre enunciado (acto locutivo) y oración (forma gramatical que toma el acto locutivo). Diversos autores han tratado de caracterizar diversos aspectos del conocimiento pragmático del hablante para explicar cómo este hace deducciones e inferencias sobre la intencionalidad de las frases y, junto con la decodificación gramatical que da el contenido semántico literal, interpreta adecuadamente los enunciados.
Referencia e inferencia
La referencia es un acto realizado por un comunicante que envía un mensaje (ya sea hablado, escrito o mediante otros códigos lingüísticos) para identificar algo. Para este fin utiliza determinadas expresiones. Para cada palabra o para cada sintagma existe un "rango de referencia"; una misma palabra puede referirse a numerosas entidades reales. Incluso podemos referirnos a cosas que no sabemos cómo denominar e inventar un nombre o expresión para ellas.
Sin embargo, la inferencia es un acto que realiza el receptor del mensaje (oyente o lector) para interpretar correctamente la referencia. Las palabras en sí no refieren, sino que el que refiere es quien las emplea si las conoce o aprende. El éxito de cualquier acto de comunicación depende en gran medida de la habilidad del oyente/lector de inferir lo que el hablante quiere decir.
Teorías pragmáticas
El desarrollo histórico de la pragmática ha dado lugar a diversas explicaciones de aspectos parciales del uso del lenguaje complementarias entre sí. Las diversas teorías resultantes se refieren sólo a aspectos parciales, por lo que un estudio completo de todos ellos puede requerir el análisis por parte de varios de esos enfoques. Las teorías sobre la comunicación humana más frecuentemente citadas en los manuales de gramática son:
La teoría de los actos de habla de Searle, basada en el enfoque anterior de Austin, que explica cómo se producen ciertos malentendidos e identifica algunos supuestos detrás de actos convencionales que permiten explicar por qué oraciones con formas gramaticales diferentes tienen aproximadamente el mismo sentido pragmático.
La teoría de la relevancia de Sperber y Wilson, que a través de un esquema semiformal explica cómo los hablantes hacen deducciones e inferencias a partir de lo que se va diciendo en una conversación o interacción lingüística para ir creando un contexto lingüístico en el que interpretar debidamente los siguientes enunciados.
El principio de cooperación de Grice, que, al estilo de la teoría de juegos, estudia cómo los participantes en una interacción usan ciertos principios tácitos que facilitan la inferencia e interpretación de lo que se dice.

La teoría de la argumentación de Anscombre y Ducrot, que analiza los elementos lingüísticos asociados al razonamiento informal, observa cómo los argumentos y las conclusiones son introducidos en una discusión y establece lo que es un argumento típico pragmáticamente pertinente, aunque no estrictamente lógico.

La narracion española de los siglos XVI y XVII

La prosa narrativa en el siglo XVI
A lo largo del siglo XVI, la prosa narrativa se convirtió en un género con gran aceptación. Del prerrenacimiento proceden los libros de caballerías (textos fantásticos sobre las hazañas de un caballero) y las novelas sentimentales, que en esta época adquieren un gran éxito.
Ya en la segunda mitad del siglo XVI se desarrollaron las nuevas formas de la narrativa renacentista; entre ellas destacan las siguientes manifestaciones:
a) La novela pastoril se centra en el relato de historias amorosas de pastores. Esta temática, desarrollada también en otros géneros por influencia de la literatura italiana, sigue el tópico del beatus ille o concepción del ambiente natural como representación de una sociedad perfecta y de una vida idílica, ajena a los problemas del momento. Entre las obras más representativas de este género destacan Los siete libros de la Diana de Jorge de Montemayor, la Diana enamorada de Gaspar Gil Polo, La Galatea de Cervantes o la Arcadia de Lope de Vega.
b) La novela bizantina (o de aventuras) tiene su origen en la literatura griega. En este tipo de narraciones se relatan historias amorosas entre personajes de alto linaje que se interrumpen por sucesos que separan a los protagonistas (viajes, raptos...) y que los someten a un obligado peregrinaje que termina con su reencuentro.
c) La novela morisca se basa en el relato de las luchas y la convivencia entre musulmanes y cristianos. Entre las obras más importantes de la época están la Historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa.
d) La narración breve es un género que, aunque también está relacionado con la tradición de los exempla, surge influenciado por la literatura italiana, especialmente por la obra de autores como Boccaccio. El Patrañuelo, una colección de breves narraciones de Joan Timoneda, es la obra española más destacada del siglo XVI en este tipo de prosa.


e) La novela picaresca. Este tipo de narrativa, iniciada por el Lazarillo, forma parte de la tendencia realista de la prosa del XVI. En el último año del XVI se publica Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. Ambas obras constituirán modelos para las manifestaciones de este género en el siglo siguiente.

viernes, 23 de agosto de 2013

Renacimiento

Literatura renacentista


Renacimiento es el nombre dado a un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa Occidental en los siglos XV y XVI. Sus principales exponentes se hallan en el campo de las artes, aunque también se produjo una renovación en las ciencias, tanto naturales como humanas. Italia fue el lugar de nacimiento y desarrollo de este movimiento.

El Renacimiento fue fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una nueva concepción del hombre y del mundo. El nombre «renacimiento» se utilizó porque este movimiento retomaba ciertos elementos de la cultura clásica. El término se aplicó originariamente como una vuelta a los valores de la cultura grecolatina y a la contemplación libre de la naturaleza tras siglos de predominio de un tipo de mentalidad más rígida y dogmática establecida en la Europa de la Edad Media. Esta nueva etapa planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, con nuevos enfoques en los campos de las artes, la política y las ciencias, sustituyendo el teocentrismo medieval por cierto antropocentrismo.

En este sentido, el historiador y artista Giorgio Vasari (1511-1574) formuló una idea determinante: el nuevo nacimiento del arte antiguo (Rinascitá), que presuponía una marcada conciencia histórica individual, fenómeno completamente nuevo en la actitud espiritual del artista. De hecho, el Renacimiento rompió, conscientemente, con la tradición artística medieval, a la que calificó como un estilo de bárbaros, que más tarde recibirá el calificativo de Gótico. Sin embargo, los cambios tanto estéticos como en cuanto a la mentalidad fueron lentos y graduales.

Características

De forma genérica se pueden establecer las características del Renacimiento en:

La vuelta a la Antigüedad. Resurgirán tanto las antiguas formas arquitectónicas, como el orden clásico, la utilización de motivos formales y plásticos antiguos, la incorporación de antiguas creencias, los temas de mitología, de historia, así como la adopción de antiguos elementos simbólicos. Con ello el objetivo no va a ser una copia servil, sino la penetración y el conocimiento de las leyes que sustentan el arte clásico.
Surgimiento de una nueva relación con la Naturaleza, que va unida a una concepción ideal y realista de la ciencia. La matemática se va a convertir en la principal ayuda de un arte que se preocupa incesantemente en fundamentar racionalmente su ideal de belleza. La aspiración de acceder a la verdad de la Naturaleza, como en la Antigüedad, no se orienta hacía el conocimiento de fenómeno casual, sino hacía la penetración de la idea.

El Renacimiento hace al hombre medida de todas las cosas. Presupone en el artista una formación científica, que le hace liberarse de actitudes medievales y elevarse al más alto rango social.

Los supuestos históricos que permitieron desarrollar el nuevo movimiento se remontan al siglo XIV cuando, con el Humanismo, progresa un ideal individualista de la cultura y un profundo interés por la literatura clásica, que acabaría dirigiendo la atención sobre los restos monumentales y las obras literarias y tratados clásicos.

Italia en ese momento está integrada por una serie de estados entre los que destacan Venecia, Florencia, Milán, los Estados Pontificios y Nápoles. La presión que se ejercía desde el exterior impidió que, como en otras naciones, se desarrollara la unión de los reinos o estados; sin embargo, sí se produjo el fortalecimiento de la conciencia cultural de los italianos.

Desde estos supuestos fueron las ciudades las que se convierten en centros de renovación artística, científica, y, en último término, de las costumbres e ideas de toda la sociedad.

En Florencia, el desarrollo de una rica burguesía ayudó al despliegue de las fuerzas del Renacimiento; la ciudad se convirtió en punto de partida del movimiento, y surgen, bajo la protección de los Médicis, las primeras obras de arte del nuevo estilo que desde aquí se va a extender al resto de Italia, primero, y después a toda Europa.

Barroco


Barroco: un concepto polisémico

El término «barroco» proviene de un vocablo de origen portugués (barrôco), cuyo femenino denominaba a las perlas que tenían alguna deformidad (como en castellano el vocablo «barruecas»). Fue en origen una palabra despectiva que designaba un tipo de arte caprichoso, grandilocuente, excesivamente recargado.1 Así apareció por vez primera en el Dictionnaire de Trévoux (1771), que define «en pintura, un cuadro o una figura de gusto barroco, donde las reglas y las proporciones no son respetadas y todo está representado siguiendo el capricho del artista».

Otra teoría lo deriva del sustantivo baroco, un silogismo de origen aristotélico proveniente de la filosofía escolástica medieval, que señala una ambigüedad que, basada en un débil contenido lógico, hace confundir lo verdadero con lo falso. Así, esta figura señala un tipo de razonamiento pedante y artificioso, generalmente en tono sarcástico y no exento de polémica. En ese sentido lo aplicó Francesco Milizia en su Dizionario delle belle arti del disegno (1797), donde expresa que «barroco es el superlativo de bizarro, el exceso del ridículo».
Contexto histórico y cultural

El siglo XVII fue por lo general una época de depresión económica, consecuencia de la prolongada expansión del siglo anterior causada principalmente por el descubrimiento de América. Las malas cosechas conllevaron el aumento del precio del trigo y demás productos básicos, con las subsiguientes hambrunas.nota 4 El comercio se estancó, especialmente en el área mediterránea, y solo floreció en Inglaterra y Países Bajos gracias al comercio con Oriente y la creación de grandes compañías comerciales, que sentaron las bases del capitalismo y el auge de la burguesía. La mala situación económica se agravó con las plagas de peste que asolaron Europa a mediados del siglo XVII, que afectaron especialmente a la zona mediterránea.nota 5 Otro factor que generó miseria y pobreza fueron las guerras, provocadas en su mayoría por el enfrentamiento entre católicos y protestantes, como es el caso de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).10 Todos estos factores provocaron una grave depauperación de la población; en muchos países, el número de pobres y mendigos llegó a alcanzar la cuarta parte de la población.

Por otro lado, el poder hegemónico en Europa basculó de la España imperial a la Francia absolutista, que tras la Paz de Westfalia (1648) y la Paz de los Pirineos (1659) se consolidó como el más poderoso estado del continente, prácticamente indiscutido hasta la ascensión de Inglaterra en el siglo XVIII. Así, la Francia de los Luises y la Roma papal fueron los principales núcleos de la cultura barroca, como centros de poder político y religioso —respectivamente— y centros difusores del absolutismo y el contrarreformismo. España, aunque en decadencia política y económica, tuvo sin embargo un esplendoroso período cultural —el llamado Siglo de Oro— que, aunque marcado por su aspecto religioso de incontrovertible proselitismo contrarreformista, tuvo un acentuado componente popular, y llevó tanto a la literatura como a las artes plásticas a cotas de elevada calidad. En el resto de países donde llegó la cultura barroca (Inglaterra, Alemania, Países Bajos), su implantación fue irregular y con distintos sellos peculiarizados por sus distintivas características nacionales.

El Barroco se forjó en Italia, principalmente en la sede pontificia, Roma, donde el arte fue utilizado como medio propagandístico para la difusión de la doctrina contrarreformista.nota 6 La Reforma protestante sumió a la Iglesia Católica en una profunda crisis durante la primera mitad del siglo XVI, que evidenció tanto la corrupción en numerosos estratos eclesiásticos como la necesidad de una renovación del mensaje y la obra católica, así como de un mayor acercamiento a los fieles. El Concilio de Trento (1545-1563) se celebró para contrarrestar el avance del protestantismo y consolidar el culto católico en los países donde aún prevalecía, sentando las bases del dogma católico (sacerdocio sacramental, celibato, culto a la Virgen y los santos, uso litúrgico del latín) y creando nuevos instrumentos de comunicación y expansión de la fe católica, poniendo especial énfasis en la educación, la predicación y la difusión del mensaje católico, que adquirió un fuerte sello propagandístico —para lo que se creó la Congregación para la Propagación de la Fe—. Este ideario se plasmó en la recién fundada Compañía de Jesús, que mediante la predicación y la enseñanza tuvo una notable y rápida difusión por todo el mundo, frenando el avance del protestantismo y recuperando numerosos territorios para la fe católica (Austria, Baviera, Suiza, Flandes, Polonia). Otro efecto de la Contrarreforma fue la consolidación de la figura del papa, cuyo poder salió reforzado, y que se tradujo en un ambicioso programa de ampliación y renovación urbanística de Roma, especialmente de sus iglesias, con especial énfasis en la Basílica de San Pedro y sus aledaños. La Iglesia fue el mayor comitente artístico de la época, y utilizó el arte como caballo de batalla de la propaganda religiosa, al ser un medio de carácter popular fácilmente accesible e inteligible. El arte fue utilizado como un vehículo de expresión ad maiorem Dei et Ecclesiae gloriam, y papas como Sixto V, Clemente VIII, Pablo V, Gregorio XV, Urbano VIII, Inocencio X y Alejandro VII se convirtieron en grandes mecenas y propiciaron grandes mejoras y construcciones en la ciudad eterna, ya calificada entonces como Roma triumphans, caput mundi («Roma triunfante, cabeza del mundo»).

El estilo barroco

El Barroco fue un estilo heredero del escepticismo manierista, que se vio reflejado en un sentimiento de fatalidad y dramatismo entre los autores de la época. El arte se volvió más artificial, más recargado, decorativo, ornamentado. Destacó el uso ilusionista de los efectos ópticos; la belleza buscó nuevas vías de expresión y cobró relevancia lo asombroso y los efectos sorprendentes. Surgieron nuevos conceptos estéticos como los de «ingenio», «perspicacia» o «agudeza». En la conducta personal se destacaba sobre todo el aspecto exterior, de forma que reflejara una actitud altiva, elegante, refinada y exagerada que cobró el nombre de préciosité.

Según Wölfflin, el Barroco se define principalmente por oposición al Renacimiento: frente a la visión lineal renacentista, la visión barroca es pictórica; frente a la composición en planos, la basada en la profundidad; frente a la forma cerrada, la abierta; frente a la unidad compositiva basada en la armonía, la subordinación a un motivo principal; frente a la claridad absoluta del objeto, la claridad relativa del efecto.2 Así, el Barroco «es el estilo del punto de vista pictórico con perspectiva y profundidad, que somete la multiplicidad de sus elementos a una idea central, con una visión sin límites y una relativa oscuridad que evita los detalles y los perfiles agudos, siendo al mismo tiempo un estilo que, en lugar de revelar su arte, lo esconde».
El arte barroco se expresó estilísticamente en dos vías: por un lado, hay un énfasis en la realidad, el aspecto mundano de la vida, la cotidianeidad y el carácter efímero de la vida, que se materializó en una cierta «vulgarización» del fenómeno religioso en los países católicos, así como en un mayor gusto por las cualidades sensibles del mundo circundante en los protestantes; por otro lado, se manifiesta una visión grandilocuente y exaltada de los conceptos nacionales y religiosos como una expresión del poder, que se traduce en el gusto por lo monumental, lo fastuoso y recargado, el carácter magnificente otorgado a la realeza y la Iglesia, a menudo con un fuerte sello propagandístico.

Si bien resulta complicado literariamente hablar de teatro barroco en Europa, el Barroco supuso un período de esplendor del teatro como género literario y como espectáculo que se extendió desde Italia al resto de Europa en el siglo XVII. Los teatros nacionales, que se conformaron durante el siglo XVII, tienen características propias y diversas.

El espacio escénico

Durante el Barroco se definieron los límites estructurales de la sala y se introdujo la utilización de medios y aparatos mecánicos que potenciasen el componente visual del espectáculo.109 Las realizaciones sobre el edificio teatral, las maquinarias y tramoyas (tramoggie) desarrolladas en Italia se llevaron al resto de países europeos (España, Francia y Austria principalmente).110 El nuevo teatro dejó de ser un ambiente único para dividirse en sala y escenario, separados y comunicados a la vez por el proscenio. Descorrido el telón, el escenario se presentaba como una escena ilusoria, apoyada en el notable desarrollo de la escenografía. La aplicación de la perspectiva de la escena a la italiana, respuesta a una visión del mundo que confiaba en las leyes científicas, alcanzó una gran sofisticación, con complicadísimos juegos de planos y puntos de fuga. La evolución de los corrales de comedias hasta las salas a la italiana propició la aparición de los edificios y salas teatrales contemporáneos.

El espectáculo teatral

El teatro del Barroco fue un espectáculo global que se convirtió en un negocio de distintas variantes. Por un lado estaba el teatro popular, que se trasladó del espacio público a locales específicamente dedicados a ello, como los corrales de comedias en España o los teatros isabelinos en Inglaterra. En Madrid, las cofradías de socorro (instituciones de asistencia social que, bajo advocación religiosa, proliferaron conforme crecía la Villa convertida en corte real) consiguieron el monopolio de la gestión comercial del teatro popular, lo que contribuyó a su desarrollo debido a la utilidad pública de la beneficiencia, permitiendo superar la reticencia de predicadores, eclesiásticos e intelectuales hacia el teatro comercial profano, que consideraban «una fuente de pecado y malas costumbres». Se trataba de un teatro narrativo; en ausencia de telón y escenografía, los cambios de localización y tiempo se introducían a través del texto y eran habituales largos soliloquios, apartes y discursos prolongados.

Como elaborar un comentario critico


¿CÓMO HACER UN COMENTARIO DE TEXTO?

A. PREPARACIÓN.
1. Lectura del texto. Varias veces, hasta que resulte compresible.
2. Lectura pormenorizada y detenida del texto. Se pueden subrayar (a gusto del alumno o con apoyo del profesor) los términos más importantes, tomar nota (en una hoja aparte) de las ideas que se nos vengan a la cabeza tanto de las directamente relacionadas con el texto como de las que se refieren a datos generales del autor.
3. Una vez que tenemos una comprensión terminológica del texto se trata de localizar cuál es el asunto del que trata el texto. El alumno debería preguntarse: ¿De qué trata el texto? Esta pregunta se puede contestar de varias maneras a la vez:
Se puede intentar buscar un título para nuestro comentario. En todo caso, si es demasiado pronto, se puede dejar para el final. El titulo es una forma de glosar en una frase aquello de lo que trata el texto. Puede ser un buen ejercicio de síntesis. 
Se puede hacer una glosa de los problemas que trata, simplemente parafraseando el texto e intentando explicar con palabras asequibles pero apropiadas (si es posible dentro del vocabulario técnico filosófico) el tema del que trata el autor. (ver si otros autores han reflexionado sobre el tema, y si estarían o no de acuerdo con el autor del texto. 
Otra forma de indicar que se sabe de qué habla el texto es encuadrarlo dentro de una disciplina (Psicología, Historia, Metafísica, Ética, Gnoseología, Teología, etc.). 
Se puede indicar también ¿qué pretende el autor desde un punto de vista filosófico? Conocer la realidad: Gnoseología /Ontología. 
B. ELABORACIÓN.
Durante la Redacción del comentario hay que colocar toda la información que hemos preparado en el apartado anterior, distribuyéndola según se nos pida. Hay que ceñirse a las preguntas y situar la información donde corresponda y procurando no repetir lo mismo en cada respuesta.
El error más frecuente es el desorden con el que se desarrolla la exposición. Para evitarlo lo mejor es antes de comenzar a escribir hacer un guión de todo lo que hemos anotado cuando leíamos el texto. Para ello podemos seguir los siguientes pasos:

1. Se analizan los términos más importantes:
Se pueden enumerar o clasificar los conceptos teóricos más característicos del autor.
Se puede comentar por separado cada uno de esos términos en el contexto de la doctrina del autor y la vez mostrar las dificultades de interpretación. 
2. Se resumen las ideas más importantes. Se trata de dar una explicación coherente del contenido del texto. En este apartado en el que se nos pide exponer el contenido del texto habría que descomponerlo en diferentes partes que habría que comentar y analizar.
En el texto hay una o varias ideas que son fundamentales, y otras que son complementarias o secundarias. Del mismo modo que pasa en el cine, o en una novela, el autor expone una idea o tesis, que refuerza acompañándola de otras ideas secundarias.
Cuando se hace el resumen de estas ideas conviene utilizar palabras propias, y no reproducir literalmente el texto. Y si llegan a utilizarse expresiones textuales, hay que entrecomillarlas, y explicarlas.

3. Contextualización del texto en la obra del autor: conviene empezar la pregunta de relación (en la que hay que relacionar el texto con el pensamiento del autor) con una breve referencia al autor, así como al periodo histórico y contexto filosófico en el que vivió. En esta pregunta hay que desgranar la filosofía del autor a partir de las ideas encontradas en un mismo texto, y no exponer la filosofía del autor como si se tratara de un tema a desarrollar. Pasos a seguir:
Encuadrar el fragmento en la obra del autor y la obra en el sistema del autor. Compararlo con otras obras de mayor o menor madurez. 
Decir si sobre esos temas del texto el autor ha cambiado de opinión posteriormente o no, etc.
Se pueden glosar las ideas más conocidas del autor, siempre y cuando se tomen como punto de apoyo las ideas que aparecen en el texto. 
Contextualización del autor en la época histórica. Aludir a las circunstancias sociales, políticas y económicas y culturales que contribuyeron a la producción de esa obra. 
No dejar de mencionar también las posibles influencias que de otros autores filosóficos ha tenido el autor en ese texto. ¿A quién estaba siguiendo el autor? ¿Dentro de que línea filosófica se encuadra? ¿De qué línea se distancia?



4. Comentario crítico. Se debería enriquecer el comentario:
Plantear las dificultades de interpretación con objeto de descubrir incoherencias o contradicciones con otras obras, etc. 
Discutir el contenido del texto suponiendo alternativas opuestas (Ej: si el autor no partiese de estos presupuestos entonces llegaríamos a estos otros y no caeríamos en estos problemas y resolveríamos estos otros). 
Comparar con otros autores ver que respuestas han dado al mimo problema. 
En ningún caso deben hacerse valoraciones subjetivas como: “estoy de acuerdo con lo que dice” , “está bien lo que dice” 
El comentario ha de servir para dar muestra de la compresión lectora del alumno, además de los conocimientos que tiene y de la capacidad para exponerlos.



C. Es también interesante tener en cuenta las siguientes
RECOMENDACIONES DE CARÁCTER GENERAL:
1. Es imprescindible una adecuada presentación formal.
2. No puede haber faltas de ortografía. Una presentación poco cuidada, así como la existencia de errores sintácticos o falta de coherencia desmerece el comentario.
3. Las frases no han de ser demasiado largar ni los párrafos demasiado extensos. Además hay que respetar los márgenes laterales y dejar espacio entre los párrafos.
4. Hay que redactar el comentario en el registro adecuado, evitando expresiones poco formales.
5. Hay que huir de explicaciones subjetivas explícitas como: “yo opino”, “estoy de acuerdo con”, etc. Es recomendable un tono más impersonal, utilizando expresiones como:.. “se podría afirmar que”, “se ha valorado que”, “hay quien considera que”, etc.
6. Es adecuado hacer consideraciones que relacionen las ideas del texto con las de otros autores.
7. Un comentario mejora si podemos hacer referencias literarias, artísticas o científicas. Nuestra redacción ganará en riqueza y originalidad.